Luis Fernando Macías | Poesía Reunida* Textos seleccionados y organizados por Carolina Zamudio







EL PRIMER MOMENTO 


En el primer recodo 
que es el lugar de donde vengo 
sentada en una silla 
estás lejana y tierna 
esperándome 
para iniciar el camino de la vida. 



MERCEDES


Doblado el delantal entre las manos,
las gruesas venas
subiendo por tus piernas,
la espuma del leño verde
entre las llamas
y el olor a pan caliente
aferrado a tu cuello.

No solo un recuerdo
ni una viajera hacia el olvido...
Eras un ser vivo en la vida.

COMO UNA PLUMA 


Como una pluma 
que cae 
sintiendo el aire 
           y el viento 
y sobre la tierra 
                          se vuelve tierra. 



OSCURO


Para el hombre todo está oculto 

y en el oscuro pensar 
un Dios envidioso merodea.



INSTANTE


El instante presente es todo el tiempo,
pero solo es
el instante presente.

La conciencia del universo
es la conciencia total,
pero solo es
nuestra conciencia.

Una pequeña sonrisa
lo es todo para quien la contempla:
es el tiempo, el universo
y la vida.


MIRA


Doña Mira,
la que está en silencio,
tiene en su interior
un campo de batalla
de todos contra todos.



TRÁNSITO


Los tiempos iluminados 
que vivimos 
serán vagos
cuando los tiempos hoy oscuros
se iluminen, 
Los seres hoy oscuros 
que circulan en los ríos de los cuerpos 
serán cuerpos
cuando sus tiempos hoy oscuros 
se iluminen 
y sin luz ni cuerpo 
en sus mentes seamos un recuerdo vago,
oscuro.


NO ES VERDAD EL TIEMPO


El tiempo no es verdad, 
millones de años o segundos son el mismo instante,
memoria y fantasía son sinónimos,
la única verdad es el olvido.

Una y otra vez hemos inventado el mundo,
espejo de aguas, 
aguas del alma

y cada alma es todas las aguas, 
todas las almas.



RELOJ DE ARENA 


No es un instrumento de medida 
como cree 
el anónimo inventor.

el reloj de arena es una imagen  
del espíritu del tiempo: 

el tiempo no transcurre, 
cae; 

el futuro, ese monstruo invisible, 
asume la forma del cono superior, 

el cono inferior es el pasado, 
el animal que Todo se lo traga 
para volverlo Nada. 

No pasa el tiempo,
cae en el agujero negro. 

La existencia es el vértice fugaz 
de la terrible imagen. 

Una es lo que son todas:
sueño sucesivo, 
reflejo frágil,
leve imagen una y otra vez
borrada. 



INSCRIPCIÓN


No nació en la ciudad
pero ha pasado sus años
contemplando las sombras
de los árboles contra los muros blancos,
el gorjeo de los pájaros en las copas,
las llamas del guayacán amarillo,
la línea quebrada de las montañas a lo lejos
o las montañas de laderas mondas 
bajo su paso de caminante.
Se ha detenido a contemplar las palomas 
en el parque 
y sus ojos han llegado
hasta el punto de sangre en el suelo
que es el pichón no nato 
del huevo quebrado.
Ha cantado a la visión amarga
de los borrachos en el amanecer
y a los dioses olvidados en la algarabía
de los vendedores de fruta 
en el carnaval 
del corazón pagano 
de los sobrevivientes.
Sus versos represan el asombro, 
el agua de los verbos,
y sopesan cada vocablo
hasta dejarlo redondo 
como la materia elemental,
pero ágil y certero 
como la flecha lógica.
Suelen los pequeños poetas
pretender que en sus versos crezca 
el renuevo de hierba
como él lo hace crecer en sus poemas,
pero no lo consiguen.
Entonces lo buscan
para que, con sus frases pacientes, 
secas,
ilumine las contracarátulas
de sus libros anónimos.



GUARDIÁN DE LA INOCENCIA


Hacia el oriente se elevan las montañas y sus breñas repiten las formas de la india. 

De la muchacha cobriza del bosque de yarumos a la silueta de tierra y árboles tan solo hay cinco siglos de conquista, colonia y guerra, guerra y sucio crimen. 

Un bosque de búcaros, gualandayes, arrayanes, chopos, acacias, guayacanes es el bravo sexo de la india. 

Hacia el occidente se levantan las mesetas altas, el borde irregular del contrasol y en el jardín de pinos florecen las catleyas, bromelias, sanjoaquines, rosas, hortensias, josefinas, dalias y begonias: la flor del paraíso, el sexo perfumado de la india y el yarumo blanco como un reflejo de plata en la luminosidad del véspero. 

Hacia el norte el río se abre paso entre los montes en la boca del cañón del sexo de la india, el río inmundo, a cuyo aroma bazofial se opone el olor dulcete de la piña, el mango, la naranja, el lejano aroma del banano y el ácido sabor del tamarindo, el mamoncillo, la guama… que se hunden en la infancia cuando el sexo de la india era solo una promesa. 

Desde el sur vienen los manantiales del río y de las cordilleras, y en el bosque de los sietecueros la vaca parió una perra, la yegua una culebra, la cerda una camada de armadillos y en su sangre cruda la india bebió el carbón, el hierro, el oro y después las esmeraldas que adornaban su sexo bronco. 

El paraíso que nos legaron era un valle de cemento, una india preñada de mestizos y una negra dotada de fábulas y de ritmos en el tambor antiguo de sus nalgas y en el vaivén de sus senos de carne fofa. 

Pero la mujer que tenía el pájaro verde en sus manos no era la india propiamente, 
propiamente no era la negra: 
mezcla de mulata y de mestiza, de su sangre un río de todos los colores habíamos conjugado. 

Ni las tórtolas que vinieron en bandada, ni los pinches, ni el canario escaso, ni las golondrinas, ni los gallinazos, ni los carpinteros de cabeza roja, ni las silgas, ni los torpes mayos, ni las vocingleras verdes, ni los afrecheros, ni los petirrojos… 

El guardián de la inocencia no era más que un pájaro verde
que ella destrozaba entre sus manos 
y en sus manos se restituía. 



EL DERROTADO


En el dibujo
la calle se aleja 
hasta volverse un punto;
en la derrota
el yo se torna pequeño y frágil
como el corazón de un pájaro.

Engreído el triunfador,
el perdedor, solidario...

Uno camina en las tinieblas,
el otro advierte el ritmo universal.

Usurpa el ciego, 
otorga el advertido...

Perder es el don verdadero,
y la muerte, el triunfo de la vida.



EL PEQUEÑO CICLO


Como 
       el humus 
que entra

en la raíz,

por el tallo
                        sube

y en la rama 
                 se vuelve 

hoja, 
            fruto.
           
Como 
       una 
            pluma

que cae 

sintiendo
       el aire 
            y el viento

Y allí 
       sobre
            la tierra 

se vuelve
       tierra.



UN CORAZÓN TRANQUILO


Ha sido  
de dos modos, 

cofre,
crisol que cuece 
el agua en sangre. 

En el retorno, 
de la sangre 
se hace agua. 

Ya el fruto 
es árbol nuevo. 

Aquél 
que ha logrado 

llegar 
hasta la fuente 

y en el seso 
ha puesto, 

no el conocimiento 
del misterio, 

sino su pálpito
sensorial, 

en la raíz 
del fuego 
se apacigua. 



CANCIÓN


El poema es solo una conversación
con los amados, 

inaudible casi, 

en el recinto interior, 

donde el silencio 
es la única música posible. 

Nada hay 
que valga la pena discutirlo, 

ni siquiera decir lo que se siente 
cabe, 

solo conversar, 
solo amar  

mientras la rueda 
gira.



APORÍA


No ser 
es solo la concurrencia 
de dos vocablos opuestos

Ser 
no admite la negación 
puesto que se trata 
de la gran afirmación 

No obstante 
lo que es 
viene de allí 

puesto que algo 
primero no es 
luego es 
y después no es 

Tanto fue como será 
enuncian lo inexistente



LA SOMBRA 


Rodeado por cuatro luces 
proyecta cuatro sombras 

Si la luz es más pequeña 
multiplica su tamaño 

si es más grande 
lo disminuye 

Distancia y posición 
también inciden 
en su forma y dimensiones 

Una vida opaca 
soporta 
una sombra inmensa 

Sombra pequeña 
y dulce vida 
se corresponden 

Si la ignoro se fortalece 
Si la confronto se debilita 
Lo que niego la forma 
Lo que afirmo la desvanece 

Luz y sombra 
Afirmación y negación 
particionan el todo 



FLOR DE IDENTIDAD 


Como la flor de la identidad 
deviene 

Para florecer nace y muere 

Solo si cambia permanece 

Mente y materia también son uno 

El mundo 
se mira en el espejo 
de la mente 

La imagen del mundo 
como la llama del ser 
en su fuego es y se consume 

La cosa 
solo en tanto imagen 
existe 

significa 



EL RÍO 


¿A quién engañas Heráclito? 
El río es el mismo 
el único 

Has ido tantas veces 
y siempre has dicho que el río 
en su fluir deviene 

es otro cada vez 

Y el pobre Borges 
inocente y asombrado 
en el espejo de sus aguas 
ve a otro Borges cada vez 

y repite de nuevo 
crédulo como un poeta puro 
tu sentencia falaz 

Pero el río es uno solo 
uno solo es el jardín y 
la cosa es una misma cosa 



CANTAR DEL SILENCIO 


Así como la sombra afirma 
la presencia de una luz 

y la muerte anuncia 
el retorno de la vida 

el silencio es la música perfecta 



UNIDAD 


La música que escucho viene 
de un rincón apartado 
del tiempo

Un hombre 
sentado frente a un pentagrama 
imagina este ritmo 
este sonido

Una multitud 
dispersa en el tiempo 
escucha conmigo 

Las almas de los que se fueron 
y las almas de los que vendrán 
se elevan con mi alma 
como si fueran una 
como si fuéramos uno




* Adelanto de una selección de poemas de Luis Fernando Macías (Colombia), al cuidado de Carolina Zamudio (Argentina), para una edición de las obras reunidas del autor colombiano que saldrá en edición bilingüe, español/inglés, antes de fin de año.


LUIS FERNANDO MACÍAS ZULUAGA, Nació en Medellín, Antioquia, Colombia, en 1957. Profesor del área de Literatura de la Universidad de Antioquia. Poeta, narrador, ensayista, autor de obras infantiles y editor. Algunos de sus libros de poemas son: Una leve mirada sobre el valle; La línea del tiempo; Del barrio las vecinas; Los cantos de Isabel; Memoria del pez; Cantar del retorno; El jardín del origen; La línea del tiempo y El libro de las paradojas. Fue director de la Editorial Universidad de Antioquia y de su revista, codirector de la revista Poesía, fundador de la Editorial “El Propio Bolsillo” y actual director de “Palabras Rodantes”, que distribuye libros de manera gratuita en el metro de Medellín. 


CAROLINA ZAMUDIO, Curuzú Cuatiá, Argentina, 1973. Poeta, periodista y narradora.